El PECADO??
“La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada” (1Cor. 3:13).
Cuando hay pecado de parte de las responsables de una iglesia, éste sirve para poner en evidencia lo que hay en corazón de cada uno. Cada uno reacciona frente a ello según como realmente es. Algunos afloran en su relación con Dios y otros se apartan.
Para los débiles es ocasión de caer. Siempre habían sido débiles, pero mientras tenían alguien en quien apoyarse, íban bien. Y luego entra el enemigo para tentarles a caer en pecado ellos mismos. Él siempre va a por los débeles, porque son un preso más fácil para él. Le cuesta menos trabajo arruinar sus vidas que estropear las vidas de los fuertes. Los fuertes se agarran al Señor en la prueba. Los débiles se apoyan en los fuertes, los necesitan. Si los fuertes se van, los débiles tambalean. Se desorientan. En cualquier congregación siempre habrá los débiles. No es para menospreciarles, sino para sostenerlos, y ayudarles, porque son del Señor. En cuanto a ellos la palabra del Señor es: “Que sostengáis a los débiles” (1Tes. 5:14).
Para los carnales es ocasión de abandonar al Señor. Mientras las cosas iban bien en la iglesia, no tenían excusa para entregarse a sus deseos más básicos, pero basta que hay pecado de parte de los líderes de la iglesia, para que vuelen al mundo. Para ellos esto confirma que Dios nos existe, que todo era una pantomima, que la religión evangélica es un montaje, y se van para hacer lo que siempre habián querido hacer: vivir de pleno en el mundo.
Para los de poco ánimo es ocasión de entrar en depresión. Se encierran en su pena y se hundan. Cuesta mucho sacarles de este estado de desanimo. No atiendan a razonamientos. No quieren volver a la iglesia. En cuanto a ellos la palabra del Señor es: “Alentéis a los de poco ánimo” (1 Tes. 5:14). No necesitan amonestación, recriminación, ni palo, sino palabras que puedan infundirles aliento.
Para los torcidos, es ocasión para ponerse de parte de los que están en pecado y justificarles, sobre todo, si estos quedan en el poder. Se ven esposas e hijos apoyando al padre que es el pastor, dándole la razón, solidarizándose con él, por intereses propios. Lo que les motiva es quedar bien. Es tener la aprobación de este líder fuerte, y para ellos, esto pesa más que la rectitud delante del Señor. No pueden admitir que éste está en pecado. Él es su dios y no puede pecar. Esta es su oportunidad de encontrar al Dios de verdad, y encontrar su identidad en él, no en su padre. Les puede costar una crisis muy fuerte.
Para los espirituales, es ocasión de llorar mucho, examinar su propio corazón, arrepentirse de cualquier cosa que el Señor les muestre, sufrir por la iglesia y su testimonio, ayudar a los demás, e interceder. Esto les llevará a sus rodillas, les acercará al Señor. Pasarán por el fuego, pero no serán quemados, sino purificados.
“La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada” (1Cor. 3:13).
Cuando hay pecado de parte de las responsables de una iglesia, éste sirve para poner en evidencia lo que hay en corazón de cada uno. Cada uno reacciona frente a ello según como realmente es. Algunos afloran en su relación con Dios y otros se apartan.
Para los débiles es ocasión de caer. Siempre habían sido débiles, pero mientras tenían alguien en quien apoyarse, íban bien. Y luego entra el enemigo para tentarles a caer en pecado ellos mismos. Él siempre va a por los débeles, porque son un preso más fácil para él. Le cuesta menos trabajo arruinar sus vidas que estropear las vidas de los fuertes. Los fuertes se agarran al Señor en la prueba. Los débiles se apoyan en los fuertes, los necesitan. Si los fuertes se van, los débiles tambalean. Se desorientan. En cualquier congregación siempre habrá los débiles. No es para menospreciarles, sino para sostenerlos, y ayudarles, porque son del Señor. En cuanto a ellos la palabra del Señor es: “Que sostengáis a los débiles” (1Tes. 5:14).
Para los carnales es ocasión de abandonar al Señor. Mientras las cosas iban bien en la iglesia, no tenían excusa para entregarse a sus deseos más básicos, pero basta que hay pecado de parte de los líderes de la iglesia, para que vuelen al mundo. Para ellos esto confirma que Dios nos existe, que todo era una pantomima, que la religión evangélica es un montaje, y se van para hacer lo que siempre habián querido hacer: vivir de pleno en el mundo.
Para los de poco ánimo es ocasión de entrar en depresión. Se encierran en su pena y se hundan. Cuesta mucho sacarles de este estado de desanimo. No atiendan a razonamientos. No quieren volver a la iglesia. En cuanto a ellos la palabra del Señor es: “Alentéis a los de poco ánimo” (1 Tes. 5:14). No necesitan amonestación, recriminación, ni palo, sino palabras que puedan infundirles aliento.
Para los torcidos, es ocasión para ponerse de parte de los que están en pecado y justificarles, sobre todo, si estos quedan en el poder. Se ven esposas e hijos apoyando al padre que es el pastor, dándole la razón, solidarizándose con él, por intereses propios. Lo que les motiva es quedar bien. Es tener la aprobación de este líder fuerte, y para ellos, esto pesa más que la rectitud delante del Señor. No pueden admitir que éste está en pecado. Él es su dios y no puede pecar. Esta es su oportunidad de encontrar al Dios de verdad, y encontrar su identidad en él, no en su padre. Les puede costar una crisis muy fuerte.
Para los espirituales, es ocasión de llorar mucho, examinar su propio corazón, arrepentirse de cualquier cosa que el Señor les muestre, sufrir por la iglesia y su testimonio, ayudar a los demás, e interceder. Esto les llevará a sus rodillas, les acercará al Señor. Pasarán por el fuego, pero no serán quemados, sino purificados.
Credit to : Nellys Castillo
By e-mail
No hay comentarios:
Publicar un comentario